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TV FREAK (Pozí in memoriam)

Ene 23, 2012   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

 
 
Dicen que ha muerto Pozí. Dicen, aunque aún le queda mucha guerra que dar, mientras resistan algunas de las expresiones que aportó al habla popular (¡Pozí!) y que algún día también morirán, como languidencen los chachiìlongui o megaguay. Mientras tanto ¡larga vida a Pozí! Yo me he enterado por Exprai, que ha ilustrado la noticia con el dibujo que en su día hizo para este texto que escribí:
TV FREAK
 
 
Y después de tanto tiempo ahí está de nuevo, Pozí, aquel freak que descubriera Cárdenas, el de Crónicas Marcianas; Pozí, con sus patitas de alambre, como la Gallina Caponata, la que pasaba mucho hambre, con su joroba tierna, como un bizcocho que ha explotado en mitad de la espalda, y sus ojitos, dos moscardones verdes revoloteando en busca de un poco de cariño por todo el plató; Pozí, travestido de lagarterana y marcándose un pasadoble mientras Cañita Brava hace restallar como látigos sus castañuelas y canta en un inglés macarrónico el último tema que su imaginación de torbellino en el patio de un psiquiátrico ha dado a luz con fórceps; Pozí y Cañita Brava superando aquel dueto que este último, contra su voluntad, se veía obligado a representar junto a un tipo de melodía monocorde y, de puro soso, gracia por arrobas, aquel tipo de cuyo nombre no consigo acordarme y que a Cañita Brava lo sacaba de sus casillas, le obligaba a interrumpir sus canciones (entonces en un euskalki extinto del chino mandarín o en el árabe indescifrable de Bin Laden en los vídeos de la CIA), a montarle el pollo, todo ello en aquella descarnada parada televisiva de monstruos que era El Semáforo.

Ah, El Semáforo, que buenos ratos nos hizo pasar… Y cuantas risas como dentelladas en la conciencia. Risas cuyas heridas se curaban con el consuelo de saber que había alguien todavía más cruel que nosotros, las personas que enviaban a aquel batallón de freaks, de desahuciados en un mundo impío con el débil, o con el que se salía, al que lo sacaban a hostia limpia de la fila. Aquellas personas que se suponía, eran familiares, o amigos y que sin embargo colocaban al tonto del pueblo en el centro de la plaza mayor de la aldea global que es la televisión para señalarlo, para convertir sus carcajadas en un cosmético que maquillara una vida en la que los sueños están a la venta el sábado por la tarde en el hipermercado y el retraso mental se fomenta en los planes de estudio de ministerio de educación o desde los telediarios o los programas de tertulianos, por no hablar del mal rollo y el chivateo que patrocinan esos programas de individuos obligados a convivir sin cepillo de dientes en islas llenas de mosquitos, o en academias en las que sólo falta el Leroy marcando paquete o la otra pegando con el bastón en el entarimado mientras dice “Buscais la fama pero la fama cuesta”, y en las que nunca le dan a uno una canción que se avenga a las posibilidades de su voz talentosa y de estrella nacida para triunfar en el mundo del “chou-bisnes”.
TV freak. Pozí y Cañita Brava a la limón. ¿Alguien da más? Po zí. La presentadora, en este caso, azuzando por detrás a ambos, despojada de aquella complicidad, aquellas ironía tierna con que el gran Cárdenas, el de Crónicas Marcianas, trataba a sus fenómenos de feria, algunos de los mismos –Leonardo Dantés, Carlos Jesús, la inevitable Tamara– convertidos hoy en superestrellas, en superventas y en portadas de los supersuplementos de prensa, los cuales igualmente maquillan su docilidad con iconografía kitch. La presentadora ziriqueando en las taras de los monstruos sin otro objetivo que obtener la sangre y el pus del share, la audiencia… ¿Quien es, pues, el auténtico monstruo?
Televisión, en una palabra. Nada más. Así son las cosas y así se las hemos contado, que diría el otro (cuando debería de decir “Así les hemos contado, así son las cosas”).
Para TV Freak, desde el corazón de la bestia, el arriba firmante.
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