No sé si en la convocatoria para la presentación del libro se entendió bien el mensaje. Ponía Convocatoria Dios, que, vale, asusta, un poco, pero no es lo mismo que Convocatoria ni Dios… Bueno, estoy exagerando un poco, la verdad es que han aparecido por ahí unos cuantos amigos y plumillas, y que la cosa ha estado muy bien. El más rápido de todos ha sido el gran Jorge Nagore, que ha debido de salir de ahí y ponerse a escribir como un meteorito y ya ha colgado una crónica en su blog, y yo me emociono, porque que ese monstruo me dedique unos minutos de su tiempo y de su salero no tiene precio. Como es tan grande, lo que ha escrito lo reproduzco en un post aparte ahí arriba. Después de la presentación a correr, fuera el traje de escritor y a enfundarse el mono de trabajo: a recoger a los niños al cole -he llegado por los pelos-, algo rápido para comer, unos macarrones, que nunca fallan, y ahora esperando como los actores que ya no están de moda, que suene el teléfono, o la campanita del email. Mañana creo que saldrá algo en los papeles. El libro está ya, que yo sepa, al menos en Auzolan y El Parnasillo, esperandoos.