TONTADAS FUTBOLERAS
Hoy voy a contar una tontada (pues menuda novedad, dirá alguno): el otro día, al acabar el partido del siglo (los siglos son cada vez más cortos, en una semana nos esperan al menos dos o tres partidos del siglo más), me llamó la atención la camiseta que se enfundaron los jugadores del Real Madrid, fabricada para la ocasión, pues en su espalda lucía Campeones Copa del Rey 2011, o algo así. Y me pregunté a dónde habrían ido a parar esas camisetas si el campeón hubiera sido el Barcelona, a dónde habrían ido a parar las camisetas que el Barça tendría también preparadas ¿Qué pasará con todo eso material? Porque eso no es lo mismo que dar al «delete» para el titular B de un periódico a la hora de cierre. No sé, igual hay por algún poblado de Africa un montón de niños con camisetas en los que el ganador de este año de la Copa del Rey ha sido el Barcelona. Es una manera bonita de cambiar el pasado, de fabricar universos paralelos. En una aldea perdida del Tibet Osasuna fue el campeón aquella vez, la única, contra el Betis. Y así.
También me pasa a veces que viendo los partidos, o no viéndolos, pienso que yo puedo cambiar el sino de los mismos. El otro día yo quería que ganara el Barça, y me da que los gafé en cuanto puse el telvisor, porque fue hacerlo y meter un gol el Madrid, y encima Ronaldo, al que no puedo ni ver. O siempre que algún equipo al que tengo simpatía consigue un buen resultado, no he visto el partido (aunque esto es fácil, en realidad no soy muy futbolero, el fútbol me apasiona más por ese tipo de detalles colaterales, literarios incluso: la copa que se le cae a Ramos -¿es un presagio, el único juguete que les compran este año y que se rompe nada más quitarle el celofán, un título menor, deslucido?…, o el cabezazo de Zidane, o el balonazo de Messi el otro día al público, gestos que humanizan a los mitos, que desdibujan una perfección casi insultante).
Una tontada, o dos, ya digo.
También me pasa a veces que viendo los partidos, o no viéndolos, pienso que yo puedo cambiar el sino de los mismos. El otro día yo quería que ganara el Barça, y me da que los gafé en cuanto puse el telvisor, porque fue hacerlo y meter un gol el Madrid, y encima Ronaldo, al que no puedo ni ver. O siempre que algún equipo al que tengo simpatía consigue un buen resultado, no he visto el partido (aunque esto es fácil, en realidad no soy muy futbolero, el fútbol me apasiona más por ese tipo de detalles colaterales, literarios incluso: la copa que se le cae a Ramos -¿es un presagio, el único juguete que les compran este año y que se rompe nada más quitarle el celofán, un título menor, deslucido?…, o el cabezazo de Zidane, o el balonazo de Messi el otro día al público, gestos que humanizan a los mitos, que desdibujan una perfección casi insultante).
Una tontada, o dos, ya digo.
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