HUNDIDO EL ACORAZADO POTEMKIN
El viernes echó la persiana un suplemento literario (Mugalari) y dentro de unos días lo hará una filmoteca (Potemkim). Ya no quedan tiendas de discos, ni librerías con libreros… Son inviables económicamente. Una consecuencia de la crisis. Aunque yo creo que más bien es al revés. La crisis (o la incapacidad para hacerle frente, para rebelarse ante ella) es -entre otras cosas- una consecuencia de ese desinterés por la cultura y por la creación, que nunca han dejado de ser miradas de reojo, ya se sabe, el arte es cosa de titiriteros, de soñadores algo ingenuos, de chocholocos y vagos, de gente desocupada y sin sentido práctico de la vida… Pero una sociedad conducida en piloto automático, analfabetizada, adormilada con drogas duras como la telebasura, el deporte, el centro comercial, las nuevas tecnologías al servicio del cotilleo y la dilapidación del tiempo… pierde la capacidad de pensar por sí misma, mutila su creatividad, no sabe cómo defenderse, como manejar las armas. «Indignaos», clama un superviviente de la Resistencia francesa, y empieza apuntando bien, la banca, la prensa, las grandes multinacionales, y reclamando la indignación como actitud necesaria para ser libres, dueños de nosotros mismos, pero acaba reculando con un «Indignaos, pero no demasiado», loando una no-violencia que algunos aplauden y asignan de un modo interesado a las revueltas de los países árabes, como si todo no hubiera empezado con el fuego, un hombre desesperado quemándose a sí mismo, las piedras, las comisarías quemadas, los muertos… Y sí, nos indignamos, mirando el televisor, viendo por ejemplo a Gadafi (que ha dejado de ser nuestro hijoputa, para ser un hijoputa a secas) mientras suben las facturas de la luz, la gasolina, el pan, el tabaco, el euribor, y dejamos que tiren de nosotros todo lo que les dejemos, hasta que nos rompamos y tengamos que echar, nosotros también, la persiana.