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DOS PINTXOS DE ‘¡OH, JANIS, MI DULCE Y SUCIA JANIS!’

Dic 21, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments


Yo ya no sabía, no discernía la realidad de los sueños, estaba en el puto séptimo cielo, y este era una fiesta de un pueblo de la Ribera de Navarra, lleno de chicas morenas, que se reían en voz muy alta, que se ponían brazos en jarras para cantar una jota y de la boca les salía un pajarico, mientras la falda blanca de tablas les hacía pinza justo en la raja del culo, un culo duro y respingón como un pan de pueblo, y en la blusa se les marcaban los pezones igual que nueces, aquellas chicas que te llevaban a lo oscuro y te daban besos con lengua que sabían a zurracapote, o te la cascaban, sin dejar nunca de reírse, mientras sus novios hacían recortes a las vacas, aquellas chicas que te hacían una mamada, sin sacarse la polla de la boca, y repitiendo despacito el nombre de su pueblo, Fustiñana, Cintruénigo, Ribaforada…


Mi polla era la polla de todos los muertos de hambre del mundo, de todos los enfermos y salidos, yo los alimentaba con fantasías, sanaba los carcinomas que habían hecho engordar la religión, la moral, el pudor, el rechazo, sí, mis películas interesaban a alguien, se convertían en objetos de culto, yo había nacido para eso, había nacido con ese don, aquella minga como una grúa, capaz de levantar todas la basura del mundo y arrojarla a la papelera –junto con unas cuantas servilletas de papel—.


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