ÉL LADRÓN (DE LIBROS) ACCIDENTAL
Hoy he robado un libro… sin querer. No voy a decir en qué librería ha sido para que me dejen volver. Pero juro que ha sido sin darme cuenta. La cosa es que me he puesto a mirar algunas cosillas, libros de bolsillos, me ha tentado mucho El lado oscuro del amor, de Rafik Schami, que es un tocho considerable pero en edición rústica se quedaba en la mitad de precio, y El nido de la serpiente de Pedro Juan Gutiérrez, que ya lo leí, de la biblioteca, pero por seis euros me lo podía permitir en propiedad, y El ladrón de chicles, de Douglas Coupland, también de bolsillo… Y ahí andaba yo, ¿será mucha pasta?, puf, lo dejo, venga que no, joder,ese dinero te lo gastas cualquier día en chorradas, bueno, cualquier día, no y en chorradas, tampoco, la cosa no está para tirar, cohetes, lo dejo, total que me salgo sin los libros de la librería -o eso creía yo- y cuando llevo ya recorridos unos quinientos metros, noto que llevo en la mano algo que antes no estaba ahí (creo que no me he dado cuenta antes porque suelo portar a menudo libros, uno no sabe cuando la vida le dará un respiro, uno de esos tiempos muertos, en el autobús, las colas, etc. para leer unas líneas). Es El nido de la serpiente, ya puestos podía haber sido uno que no hubiera leído (El ladrón de chicles, por ejemplo, pegaba mucho más), y se había adaptado perfectamente a mi mano, como una segunda piel, el código de barras tapado por la manga del abrigo… Todo un cleptómano profesional.
Dios, que susto, y qué vergüenza, ¿me vuelvo para atrás y explico lo que ha pasado?, hostia, no, no, va sonar raro, si lo hago me voy a ver metido en alguna situación petersellerniana, tendré que dar explicaciones, ay, dios, qué dilema…bah, no ha sonado la alarma, que yo sepa no hay cámaras, y todo escritor que se precie tiene que robar alguna vez libros (y pasar hambre en París, y cogerse una tuberculosis, y así).
Lo malo es que… a ver si me voy a aficionar… No creo, si lo planeo no me sale tan bien y me pillan, fijo..