HE ESCRITO UN LOSER-SELLER
Ni siquiera para worstseller. Como dije hace unos días había propuesto La polla más grande del mundo para el debate que con ese argumento, los libros peor vendidos, se iba a celebrar en la Feria del libro de Madrid, y envié para ello una carta a mis editores de Baile del Sol, que participaban en el debate y que me prometieron leer. Sin embargo, no hay rastro de La polla en ninguna de las numerosas notas y noticias que hablan sobre este debate en diferentes medios y el escritor Carlos Jiménez Arribas y su Viaje al ojo de un caballo me han usurpado la antigloria, merecida y esforzadamente, eso sí. Dando la cara. Por cierto, el libro de Jiménez tiene muy buena pinta y también su blog Veinte días en Mongolia.
Un nuevo fracaso, el mío, pues, pero creo que coherente, tratándose del libro peor vendido no habría sido justo un efecto rebote o aparecer en el telediario. Yo diría, pues, que ‘La polla más grande del mundo’ –y el resto de mis libros- es más que un worstseller un loser-seller (si es que eso existe). Os dejo con mi carta:
¿Y no podías haberle puesto otro título?
Mi libro La polla más grande del mundo -no sé si por suerte o por desgracia para mí- no es autobiográfico. Es algo que tengo que aclarar cada vez que lo presento, o hablo o me preguntan sobre él. Y también que no es un libro pornográfico. Está claro que elegir un título como ese no fue una decisión del todo acertada. Y mira que mi madre me lo advirtió: ¿No podías haberle puesto otro título, hijo? Según ella, con ese título sus amigas no podrían preguntarle al librero si tenía La polla más grande del mundo.
¿Por qué lo hice, pues, porque elegí un título tan chabacano? Por marketing. Porque quería que todas las miradas se volvieran hacia mí. Como el niño que está venga hacer monerías en mitad de una habitación llena de gente y de repente alza la voz para gritar teta-culo-pedo-pis. Pensé que de ese modo, por fin, me harían caso, y entonces podría mostrarles de lo que era capaz. Una operación publicitaria, en definitiva, en toda regla, aunque un tanto inmadura y sin duda fracasada, que ha tenido efectos contrarios a los deseados: en los periódicos no han reseñado el libro, las librerías lo han escondido… Y todavía recuerdo la pasada feria del libro de Pamplona, cómo por los altavoces todos los libros presentados eran voceados con sus correspondientes títulos y al mío era simplemente «el último de Patxi Irurzun» (y eso que el spiker era un muchacho con rastas, con un aspecto de los más transgresor).
Todos estos inconvenientes los intenté sortear con acciones de guerrilla promocional, como sacar mi polla aprisionada bajo las pilas de novedades y colocarla sobre pijamas de rayas. También quise hablar de él en una columna que tenía en una edición local del periódico ADN, una columna que no llegó nunca a publicarse (ni esa ni ninguna más), en teoría porque la había usado para autopromocionarme (también hice alguna alusión a la familia real y al Diario de Navarra, grupo que pertenecía la mismo grupo informativo que ADN, pero ese no era el problema, me dijeron).
Está claro que un título como este, además de inapropiado, estaba gafado. Y que, desde luego, no es ilustrativo respecto al contenido del libro. La polla más grande del mundo es solo uno de los 70 cuentos, de todo tipo y estilo, que lo componen y ni siquiera ese es un cuento autobiográfico o pornográfico, sino que hace referencia a una gallina de dimensiones monstruosas. Un chiste, vamos, que ya explica la portada de Kalvellido.
El escritor Miguel Sánchez-Ostiz, por su parte, ya puso por escrito la inconveniencia de un título como este:
Patxi Irurzun acaba de publicar unos relatos tan duros como hermosos, Ajuste de cuentos, y no hace mucho otros reunidos en La polla más grande del mundo, que es un título que invita a no leerlo o a despreciarlo. Y sin embargo en sus páginas late un humor zumbón y una forma de mirar más pacificadora que otra cosa, en un mundo hostil para quien parece estar condenado a ser un perdedor. Junto al vitriolo, Irurzun expresa un sentido de la belleza de lo cotidiano y pequeño, una emoción común y compartible.
Creo por todo eso que La polla más grande del mundo es un digno aspirante a Libro peor vendido, aunque en mi defensa y la de mi puesto de trabajo (trabajo en una agencia de publicidad), la estrategia de marketing no era tan descabellada y el blog del mismo título que que abrí para promocionar el libro se acerca ya a las 200.000 visitas. No me pregunten, eso sí, cómo ni por qué llegan hasta ese blog, los pajilleros, perdón los internautas.
Ánimo Patxi. Ser un loser-seller al menos es algo. Parecida sensación se me quedó cuando vi que el menos pintado firmaba sus librillos en la feria del libro (de madrid, pamplona o tomelloso) y yo dejaba pasar de largo esa oportunidad para promocionar postales del náufrago digital, ese libro imposible de encontrar, a simple vista, en ninguna librería, ni siquiera hiperlocal.
Si hay 200.000 pajilleros que entran en tu blog eso quiere decir dos cosas: Que hay muchos pajilleros (cosa bien sabida) y dos, que los pajilleros también leen. Y eso es algo a tener en cuenta. Ahora sólo falta saber si también compran el libro.
un abrazo
pd. a mí el titulo de la polla me gusta.
No me jodas que eres publicista…
Bufffff, mira que no cocnocer al comprador potencial de libros…
Yo soy publicista, tú jubilado… Y así.
Hastiado, perdóname, pero a partir de ahora no voy a contestar a tus comentarios porque tú sabes con quien hablas y yo no y no me parece justo. Prueba a ver en una excursión a Benidorm.
A mí me gusta el título, claro que, he investigado y sé, que los que tienen la polla grande leen, pero a lo mejor los que la tienen pequeña no, jejeje… Ya sabes que la envidia en mu mala.
Abrazo y… ¡No pasa nada!
¿…?
Patxi, mi rotulador gigante y yo hubiéramos corregido ese título a tiempo. Seguro que te hubiera propuesto algún título con más poesía, joé, ¿no?
guaaa!! me ha encantado espero que os guste el mio