Ilustración de Juan Kalvellido (Rompiendo la baraja)
Es como si hubiera sido arrastrado por uno de esos vertiginosos torrentes que al final acaban en una cascada más larga que la lengua de aquel tío al que no le gustó que me saltara el semáforo en rojo y también es como si hubiera realizado el trayecto dentro de un tonel de madera y ya puestos, es como si al final, el tonel se hubiera fraccionado en miles o millones de astillas y cada una de ellas se me hubiera incrustado en el alma.Así es como escribe Patxi Irurzun; esa es su forma de ajustar cuentos porque en cada cuento no hay una moralina a la que agarrarse pero sí que se siente lo que las avispas llevan en el culo, es decir: puro veneno.Irurzun ( es que así no parece que me he tomado con él algunas cervezas, tal vez más de las que recuerdo ahora mismo); decía que Irurzun comienza el viaje montado en un autobús, tiene un periodo de aridez literaria, llega a espiar a una joven pareja sin tener más que un cigarro, rememora la primera vez que se vació fuera de un cuerpo caliente, es un Punki incendiario; también es uno más en POZAL. S.A y llega a ser uno menos en POZAL.S.A, y así y más asá, va recorriendo todas las aristas del extraño poliedro que es el ser humano hasta acabar haciendo sus pinitos con la paleontología.Y es que a Patxi lo que le gusta es remover tierra y sacar cosas de nosotros mismos; esas cosas sucias que todos tenemos dentro y que no no salen en las tertulias televisivas. Uno piensa que está bien que nos ajusten los cuentos al igual que otros nos ajustan la cartera y que sea Patxi quien lo haga, a mí, personalmente, me hace muy feliz..