Me aburro en la librerías, en las de novedades y en las de viejo, en las ferias del libro… Siempre oigo a los escritores que se tiran horas rebuscando, pero yo no tengo paciencia y me pongo muy nervioso también, me pasa lo mismo en los bufets. He encontrado libros a veces a los que les tengo mucho aprecio en esos lugares, sí, pero ha sido como si estuvieran esperando, han saltado a mis manos sin que yo me esforzara demasiado. Hoy me he paseado por la feria del libro de Pamplona, tipi-tapa, una cosa rápida, muchos hombres que no amaban a las mujeres y casas en Francia, no he visto ningún ejemplar mío ni de amigos míos. Después he bajado hasta una librería de viejo que hay en la calle San Agustín y del cajón que había en la entrada, me he llevado estos cuatro libros de arriba por 2 euros. Modiano, Malaparte, Fernández Florez y La jungla de asfalto. Creo que es una buena caza. Los dejo en la pila de pendientes, por debajo de Ángeles en mis cojones, de José Luis Moreno-Ruiz, uno de viajes de Reverte (Javier, por favor) y algún otro para releer, como La cámara de niebla, de Alfonso Xen Rabanal (que presenta el viernes en Bilbao -y todo el que ande por allí que vaya que descubrirá a un gran autor-)…
Hoy he leido en el blog de
David González sus andanzas con su sobrinita; al final de su post decía que todos su poemas no valen nada comparados con lo que puede ser el poema más hermoso del mundo: tener un hijo. Un poema que él dice, no podrá escribir. Yo no creo que siempre sea así, y más en su caso, que ha escrito poemas memorables y emocionantes, y también que hay niños que efectivamente acaban convirtiéndose de adultos en lo que coloquialmente se conoce -en su sentido chungo-como «un poema», pero yo no he podido evitar acordarme de mis dos niños, y ya que en la entrada anterior me he puesto familiar, aprovecho y los saco aquí.
Este es el primer cuento que ha escrito Malen, con solo ocho meses, tecleando en el ordenador:
B c v r <>BB Bzz n
No me negarán que es una genia. Ni que no se publican por ahí balbuceos semejantes. Bueno, solo era un excusa para colgar la foto con mi libro (una mierda de foto, como que la hice yo, en la que no se ven los ojos tan bonitos que tiene), emulando a otra de Hugo, mi otro poema, en actitud parecida, que ya publiqué hace unos días. Ahora, me limpio las babas y a otra cosa, mariposa.
Miguel Sánchez-Ostiz vuelve a mencionarme en su blog, dedicándome esta vez uno de sus imprescindibles post bolivianos en el que habla de
Victor Hugo Viscarra. Ya antes de volar a Bolivia me regaló tres libritos de este autor, que voy leyendo poco a poco, para no empacharme, o que su literatura me acabe sabiendo como un trago en uno de esos sórdidos garitos paceños en los que los alcohólicos terminales se encierran bajo candado a matarse bebiendo (y de los que Viscarra habla en
Borracho estaba pero me acuerdo, su único libro editado en España -por
Mono Azul-).
Que MSO (me encanta escribirlo así, como ya he visto que hacen otros lectores rendidos a su talento, como Eduardo Laporte, es como una muestra de reconocimiento, solo con citar sus iniciales sabemos de quién hablamos), que MSO, decía, me mencione y me dedique uno de sus textos es para mí algo increíble. Su libro Las Pirañas es uno de los que anoté en una especie de top literario, que llevaba en un cuaderno, un vademecum en el que anotaba ideas para cuentos, listas de libros imprescindibles… Un libro, Las Pirañas, que leí en su día casi con la respiración contenida. Y al que siguieron después sus diarios, más novelas, o cuadernos de viajes como este que ahora mantiene en forma de blog y al que entro cada día, y en las que el muy cabrón me resucita el gusanillo viajero que tenía tranquilo, adormecido al fondo del estómago.
Gracias, Miguel, por tu post y. como te digo en tu blog, por todo lo que escribes.
Aquí el texto sobre Viscarra con la dedicatoria de MSO.