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ASTENIA PRIMAVERAL.

Abr 14, 2014   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Y ahí estaban, en medio de la Calle Mayor, las dos peregrinas yankis, moderfaker va moderfaker viene, menuda bronca, una de ellas de repente hasta le quitó a la otra el pasaporte y lo arrojó a un charco, “Pues vaya, a mí que siempre me habían contado que hacer el Camino de Santiago era como meterte en un libro de Paulo Coelho y resulta que se parece más a uno de Bukowski”, recuerdo que pensé, pero luego achaqué el peregrino arrebato de ira a la astenia primaveral, o al cambio de hora, porque yo también llevaba unos días raro, flojico, irritable, “Sí, eso será”, me dije, y después seguí arrastrando los pies hasta la oficina del DNI, que me tocaba renovarlo, y ya tenía ganas, porque en la foto del que caducaba salía hecho un quinqui, y si uno se para a pensar, la foto que se hace para el carné no es ninguna tontería, es la foto que más vas a enseñar, de ella depende, por ejemplo, que las cajeras te metan más o menos prisa mientras intentas despegar las bolsas, porque las reutilizables se te han olvidado otra vez en casa, y la cajera, que es socia de Greenpeace, te lo afea con la mirada, “Como sigamos así, entre esto y los pedos de las vacas nos cargamos el planeta”, parece decir, y después empieza a echar sin compasión los cereales para cagar del que viene detrás encima de la compra que tú no has recogido aún, todo eso por la foto de la papela, en la que pareces de un comando, bueno, a lo que iba, que pensando-pensando llegué a la oficina del DNI, y en la puerta estaba el funcionario de siempre, el de hacía diez años, y me paró con las mismas malas formas, “¿A dónde va?”, y vi también cómo se dirigía a la gente, sobre todo a los extranjeros, como a ganado, o como si fueran sordos o tontos, y me pregunté si en la policía no tenían a alguien más presentable de cara al público, y también cómo sería entonces el trato en las zonas oscuras de las comisarías, “Mejor no pensar”, pensé, y cuando logré zafarme de él, me senté y me puse a leer un libro, pero no me concentraba, estaba inquieto, el libro se titulaba Ardimiento y su autor firmaba con el seudónimo Baco, así que cada poco tiempo yo levantaba la vista y miraba al poli de la entrada, y pensaba que en cualquier momento sacaría la pipa de la mariconera y vendría a por mí y me detendría por embriaguez o por apología de algo, así hasta que por fin me tocó el turno y me hicieron el nuevo carnet, pero había un fallo, en la foto salía un señor mayor, con el pelo gris, “¿Ese quién es?”, pregunté, “Usted”, me dijo la funcionaria, “Ostras, es verdad, cómo pasa el tiempo”, dije, e intenté consolarme pensando que al menos no me había pasado como a mi amigo Juantxo el jipi, que como tiene el pelo blanco nuclear se le fundió con el fondo de la foto y en la papela parece un alien, y por eso las cajeras le tienen miedo y le pasan dos veces la Travel y pronto ya le llegará para cogerse un neceser, total, que al final salí fuera, y arrastré de vuelta un poco más los pies hasta la Calle Mayor, y allí seguían las dos peregrinas yanquis, moderfoker va moderfoker viene, pero ya nadie se lo tenía en cuenta, era cosa de la primavera, y de Bukowski, pero sobre todo de la primavera que lo altera todo, y la cabeza se llena de pensamientos y de frases, como flores que revientan, y uno se aturulla, y nunca sabe dónde poner el punto final (ni todos los demás, en realidad).

Publicado en ON (Rubio de bote): 

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