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UNA PORTADA DE AJUSTE DE CUENTOS (QUE NUNCA SALIÓ) Y UN CUENTO CURRIQUI

Abr 26, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Esta de arriba (sin la leyenda antitodo) es la que fue portada provisional de Ajuste de cuentos durante mucho tiempo (años). Es de Kalvellido, sí. Me encanta. Pero como soy un escritor tímido y de carácter débil, al final salió otra portada (que también me gusta mucho, eso sí). Os dejo con uno de los cuentos del libro. Al final hay un enlace donde podéis leerlo entero, ese y otros de la serie «Cuentos de curriqui«

UN DEMONIO ES UN ÁNGEL CAÍDO

Después de lo que voy a contar seguramente no me creeréis pero yo de niño era un angelito. O al menos eso pensaba mi mamá.

-Tú serás un hombre de bien- solía decirme. Y seguro que se refería a juez, concejal, a algún otro tipo de capullo, la pobre.

Las mamás a veces sueñan con pijadas como esa pero luego tú creces y en lo que te conviertes es en una gran mierda con patas, y después ellas la palman y a tí se te queda su recuerdo y el recuerdo de sus sueños como una rata que te mordisquea por dentro, y supongo que después también tienes hijos y la única manera de botar al bicho peludo es soñando que jugarán en primera, o que llenarán pabellones de melenudos, y finalmente ellos también crecen y tampoco llegan a nada, y así pasa la vida, como la gran potada de una borrachera de vino peleón.

Y es que en realidad con lo que las mamás sueñan todo el rato es con que no crezcas nunca, con que seas para siempre su niñito bonito, porque ellas son las primeras en descubrir que dentro de tí hay roncando un demonio. Lo descubren en gestos inapreciables para los demás, un tirón violento en la mano frente a un escaparate, un rabo de lagartija en bolsillo del pantalón, el empujón caprichoso a otro niño…

A mí hay veces que tampoco me gustaría haberme hecho mayor. En concreto todas las veces que no estoy borracho o haciendo el amor. O sea casi siempre, más por lo primero que por lo segundo. Por desgracia.

Puedes resistirte a crecer. Puedes intentar no hacer las cosas que hacen los mayores: trabajar, casarse, reproducirse… Pero no vale para nada. Yo diría que incluso es peor. Si pretendes ser un niño toda tu vida todos se creen con derecho a darte coscorrones y entonces te endureces todavía más, las capas de inocencia que recubren tu corazón se van cayendo como ronchas de piel seca y en su lugar aparecen láminas de acero blindado.

A mi, por ejemplo, las alas se me quebraron en cuanto comenzaron a recubrirse de acné. Y caí en los infiernos de cabeza. Drogas, palos… ya sabéis.

Pero tranquis, no voy a hablar de eso. Sólo diré que creo que a mi mamá la maté de los disgustos. Y que entonces me comí su fiambre como si fuera una hostia redentora.

-Hasta aquí hemos llegado -me dije-. Voy a ser un hombre de bien, mamá, como tú querías.

Así que para empezar comencé a buscar trabajo.

Es de eso de lo que voy a hablar.

Leer cuento entero

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